Una noche de luces guías
Bela es una fugitiva acusada de un crimen que no cometió. En su extenuante búsqueda de pistas y pruebas que puedan limpiar su nombre, ella se encontrará soñando con los periplos de una chica que luce muy similar a ella, pero que vive en un mundo distante, lleno de luces brillantes y gigantescas torres de cristal que sobrepasan las nubes.
En las páginas de Una noche de luces guías, Fernando Díaz Lozano nos lleva a un futuro en el que la raza humana, superados muchos escollos por medio de la tecnología, debe seguir enfrentándose a los retos que provienen de sí misma. Ante esos retos primordiales, todos los adelantos producidos en los laboratorios parecen ser insuficientes.
Es un relato en el que una trama de acción en una fecha por venir, se articula con un escenario
imprevisto tanto para los personajes como para el lector, dejando abierta la pregunta que nos ronda desde hace siglos y que, desde la propuesta de esta obra, nos seguirá desvelando aún más: ¿son los sueños un atisbo a otros mundos, o solo son simples sueños?
Los Cuatro Dominios
Blog de Fernando Díaz Lozano.
Tuesday, September 3, 2019
Thursday, February 4, 2016
El pozo de Ego.
¿Quién soy? Hasta hace poco tiempo pensé tener
la respuesta a esa pregunta. Todos la responden, pero la gran mayoría lo hacen a
la ligera y terminan mostrando solamente la punta de un témpano de hielo. Yo
pensé ser una excepción a esa regla, me zambullí a lo profundo del mar y creí
saber realmente quién era yo. Estaba orgulloso de ser diferente y especial.
Hoy, sin embargo, me encontré solo en un bosque
que no conocía y adolorido al pie de unas escaleras que subían una pequeña colina.
Las escalé con dificultad, sabiendo que cada paso que daba me alejaba de ese yo
que pensaba ser. Al final de las escaleras me encontré con un pozo circular de
piedras, estaba lleno de agua. Me senté a un lado mientras debatía con temor
cómo proceder. Qué curioso, no tuve miedo de zambullirme en un mar a buscar el fondo
de un témpano de hielo, pero bajar por este pozo me aterraba.
Tardé un buen rato en decidirme, y mientras más
esperaba mi herida me dolía más. Era como si el tiempo mismo estuviera haciéndome
daño por esperar tanto. Finalmente me llené del poco valor que me quedaba y me
adentré en las aguas del pozo. Por un momento sentí que flotaba en un vacío y
que realmente no estaba nadando. Entré en pánico por no conocer dónde estaba ni
a dónde iba. El mar alrededor del témpano parecía ahora un charquito al lado de
este pozo. Coraje era lo único que me quedaba y lo utilicé para recuperar la
compostura. Ahora me encontraba de pie sobre unas escaleras que bajaban poco a poco
en espiral.
Bajar al inicio era fácil
porque los peldaños eran anchos, pero poco a poco se fueron estrechando cada
vez más y me obligaron a fijarme por dónde pisaba para no caerme. Al final me
encontré con una habitación muy amplia. Sus paredes estaban cubiertas de centenares
de pares de ojos. En el centro vi a cuatro personas cuyos rostros estaban
cubiertos con una capucha.
Todos al unísono me preguntaron quién soy, sus
voces eran muy diferentes pero todas me resultaban muy familiares. En ese momento
caí de rodillas, haciendo que mi herida se abriera mucho más. Pensé en ir por
la vía fácil y describirles todo lo que pensé que era, desde la punta del témpano
hasta su fondo escondido bajo el mar; pero lamentablemente mi respuesta debía
ser otra. "No lo sé", respondí avergonzado y lloré desconsoladamente,
ya que estaba desnudo, herido y sin fuerzas. Todas las había gastado buscando
con ahínco un témpano que con un ridículo orgullo pensé que me describía a la
perfección; pero ese no era yo, al menos ya no.
Los cuatro individuos se quitaron la capucha y
quedé sorprendido al darme cuenta que sus rostros eran el mío propio, cada uno
de una etapa anterior de mi existencia. Levantaron sus brazos hacia mí y vi un
quinto individuo con mi rostro actual. Él llevaba en sus manos un manto, se
acercó a mí y me lo dio. Al abrirlo descubrí un nuevo rostro que debía ponerme.
Mi herida había sanado y pude moverme con facilidad, había recibido una nueva
vida.
Las cinco personas se pusieron su capucha
nuevamente y me dijeron que solamente un par de ojos de la habitación me
sacaría de este pozo. Ellos pertenecían a todo tipo de personas y animales. Los
humanos parecían ser la opción más lógica, pero a veces lo que al inicio parece
lógico, termina no siéndolo. Caminé varias veces alrededor de la habitación analizando
cuáles ojos serían los más adecuados, hasta que finalmente hallé mi salida.
Estos pertenecían a un búho, el sabio animal que con dedicación y paciencia se
llena de conocimiento y descubre la verdad.
Viajé a través de los ojos del búho y llegué a la
punta de un témpano rodeado esta vez por un gigantesco océano. Una voz en mi
interior añoraba zambullirse nuevamente y descubrir este nuevo rostro, y así encontrar
la respuesta a una pregunta de la que jamás pude escaparme, ¿quién soy?
Monday, November 16, 2015
Un hombre y sus demonios.
La Región de los Cuatro Dominios es el hogar de un sinfín de islas y tierras no exploradas. Muchas de ellas no aparecen en los mapas y son ignoradas por exploradores, cartógrafos y hasta los sabiondos piratas. En uno de esos lugares existe una isla desierta en cuyo interior crece un bosque frondoso. Allí habita solamente un hombre y su familia.
Todos los días el hombre despierta muy temprano, se despide de su familia y sale a lo más profundo del bosque a luchar contra unos demonios de extrañas formas que día tras día amenazan con destrozarlo a él y a sus seres amados. Unos son pequeños y cubiertos de vello, con una cabeza como de calavera y ojos profundamente oscuros, siempre se sienten presentes aunque no los estén observando. También los hay grandes, obesos y fuertes, contagian su lentitud evitando que tome cualquier acción en su contra. Otros son feroces como un corcel enrabietado, sus fauces expidiendo fuego y aniquilando sin piedad todo lo que se encuentran a su paso. Algunos tienen formas humanas, como aquél que luce como un anciano vestido en harapos, su cara podrida y de larguísimas extremidades.
Después de una feroz lucha el hombre vence a estos demonios y, cansado, regresa tarde a su hogar. Aunque agotado, está feliz porque pudo proteger a su familia, pero cauteloso por lo que el día de mañana le podría traer. Al día siguiente se despierta el hombre antes del amanecer y regresa nuevamente a lo más profundo del bosque a luchar contra los mismos demonios, quienes han regresado sin un rasguño ni herida visible, recuperados como si fuera la primera vez que se encuentran a su contrincante. Al hombre, sin embargo, se le nota en su cuerpo las marcas de la batalla del día anterior. ¿Qué mueve a este hombre para ir todos los días y luchar contra unos demonios que sabe que jamás vencerá del todo?
A pesar de ser una lucha interminable, continúa el hombre con inquebrantable voluntad batallando día tras día contra sus demonios. Los subyuga al atardecer solo para regresar al día siguiente y encontrárselos de nuevo. Pasan los años y su cuerpo poco a poco le va fallando, pero nunca su coraje, su ánimo o su carácter. Un buen día somete a sus demonios una vez más con su último aliento, y es justo ese momento en el cual los demonios desaparecen, esta vez por siempre. En el rostro del hombre se dibuja una sonrisa, por saber que su familia está a salvo.
Tuesday, September 1, 2015
El sublime recuerdo de los héroes de antaño.
La plaza no estaba tan concurrida
aquella noche y dejó que el muchacho durmiera un poco. Desde sus balcones se podían
observar todos los vecindarios de esta gran ciudad. Cada muro levantado y árbol
plantado tenía una historia que contar casi de primera mano. La gente dice que
si te detienes por un rato en silencio, puedes todavía escuchar los gritos de
guerra y el filo de las espadas chocando entre sí.
Al despertarse, el chiquillo se
percató que era lo bastante tarde como para meterse en problemas, pero lo
suficientemente temprano como para salir de ellos. Era bajo de estatura y un
poco delgado. Su tez blanca estaba manchada por un eterno polvo que no parecía
querer retirarse, quizás porque hacía ya mucho tiempo desde la última vez que
tuvo un buen baño. Su rubio cabello estaba siempre desordenado y sus ropas harapientas
bajo ninguna circunstancia podían confundirse como de la clase alta.
Sin embargo, el muchacho lucía
estar muy cómodo con su apariencia y postura. Se levantó de la banca en la que
estaba recostado para dirigirse a una de las grandes escaleras que bajaban
hacia los barrios de la ciudad. “No hay apuro, todavía es temprano” pensaba el
niño al estirarse un poco al borde de la escalera, luego miró hacia atrás y
observó la majestuosa escultura en el centro de la ciudad.
Allí estaba el gran Baluarte,
levantado solemnemente y sosteniendo su gran espada punta abajo. Era una mezcla
perfecta entre el talento, la imaginación e inspiración de un gran artista. Su
mirada estaba dirigida hacia la entrada de la ciudad, lugar donde se desarrolló
la última gran batalla. La barba y los cabellos de este caballero estaban muy
detallados, tanto que parecían realmente moverse con el viento. Al pie de la
estatua había una placa que decía, “A Maginot Baluarte, cuyos actos trajeron la
paz al Reino Meridiano, para que las generaciones futuras se inspiren en él e
imiten su ejemplo.”
El niño volteó nuevamente su mirada
hacia las escaleras y comenzó a bajar apresuradamente. El silencio de la noche
que moría despertó los sonidos de una batalla que se libró frente a los muros
de la ciudad, en la cual luchó el temible Destructor de Islas contra las
fuerzas de Andros Vitafilio y su Hermandad de las Espadas Gemelas.
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